28/2/12

Libros

Atravesar el umbral del claustro del Monasterio de San Juan en Burgos, es sumergirte directamente en una dimensión de otras épocas, en un pasado de gloria y señorío donde el arte y la literatura se funden en un abrazo mágico y misterioso que invita al que allí se acerca a miran con devoción y a gozar de la visión de cientos de libros de otros tiempos.


Las recias paredes de sillería y los ventanales del claustro, resplandecen mas con el brillo señorial de las letras de antaño, impresa y viva que aun resuena entre los ecos de la sala capitular del Monasterio.
Dos de los  objetos mas nobles creados por el hombre, confluyen en un encuentro mágico tras una larga y apasionante vida, arte y sabiduría de la mano, de la dulce mano de quienes dedican parte de su vida a conserva estos preciados tesoros.
Es una delicia sumergirte en la contemplación de antiguos libros, con su color y olor característico, acogerlos  por un instante entre tus manos y tratar de sentir el orgullo de su autor, su impresor o su editor. Tratar de sentir las dificultades para lograr tan bello producto en unos tiempos donde solo los artistas estaban capacitados para conseguír un producto tan hermoso.
Desde la invención de la escritura, el hombre no ha dejado de plasmar sus pensamientos, en piedras, papiros, pergamino o papel. Nace el libro en tablillas de arcilla o madera, en rollo, en códice o libro impreso. La imprenta facilita la labor y nacen los incunables, mitad modernidad mitad arte, bellas ilustraciones que los convierten en objetos codiciados.


Nunca la sabiduría fue tan bellamente difundida, tan gracilmente tratada, nunca se puso un reparo a la creación de un libro. Por ello estos ejemplares antiguos, que no viejos, nos alegran la vista, el olfato y la codicia, nos ponen los dientes largos y aunque solo por un instante, podamos sentir en nuestras manos el latido misterioso de sus contenidos, nos sentiremos felices.
Otra historia es pisar la tierra y valorar su precio, nunca caro, pero imposible para muchas economías.
Un año mas salimos del claustro del monasterio, con la felicidad del reencuentro con estas bellezas, pero con la amargura de haber tenido un sueño al alcance de la mano, que no del bolsillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario