20/2/14

Aquellos dias de verano

Los largos días del verano de mi niñez, cuando tras las correrías del día caía rendido en la cama. Aquella inmensa y alta cama de hierro fundido, con su maravilloso cabecero de hierro artísticamente trabajado.
Aquella  cama con un somier de muelles de caracol que soportaba un colchón de lana que cuando me echaba en el parecía tragarme, arrebujándome hasta hacerme desaparecer.
Un dia cualquiera de aquel verano, mas temprano que de costumbre, la casa se convertia en un torbellino de actividad, y la madre, haciendo uso de su autoridad en lo referente a las labores de casa, tocaba diana sin miramientos abriendo las ventanas de par en par y nos levantaba a empujones, sin que sirvieran las protestas y las quejas de niños somnoliento que quieren mas.


El sol inundaba las habitaciones y la madre se afanaba en deshacer las camas, mientras se llenaban de sabanas los cestos de mimbre.Colchones fuera y  todos a la era donde ya esperaban los hombres con  las mantas  extendidas y  que acogerían la lana de los colchones para ser vareada.
Varias familias se dedicaban a este menester el mismo fin de semana.
Mientras las mujeres descosían los colchones , los hombres  les despojaba de la lana de su interior, apelmazada por el peso de los cuerpos. Desenredaba la lana y la esparcian encima de las mantas, donde  procedian a varearla  sin miramientos con unas varas de avellano que zuzcian en el aire como trallas.
El vareado conseguia poner la lana esponjosa y librarla de la suciedad acumulada.
La era se llenaba de animación mientras los hombres zurraban la lana como si descargasen contra ella todas sus frustraciones,  las mujeres lavaban las telas de los colchones en el arroyo y las tendian al sol, llenando la era de un colorido maravilloso, ya que por un extraño motivo las telas de los colchoñes de rayas o flores, eran de llamativos y vistosos colores.
Los mas pudientes contrataban colchoneros profesionales que realizaban esta operación, pero la mayoria lo realizaban en familia.


Nunca me olvidaré de aquellos dias de verano, donde los ruidos de las varas se mezclaba con el olor a limpio de las coladas de las telas, mientras jugábamos en la era.

Una vez ahuecada la lana y secas las duras telas de los colchones,  se procedia a distribuir debidamente  la lana y a coser  delicadamente las telas para cerrar el preciado contenido.
Intuiamos que aquella noche iba a ser especial, que el amoroso colchon que nos abrazaba al acostarnos, aquella noche lo haria con mas cariño, mientras aspirábamos el delicioso olor a limpio y a rio, a amor de madre y al trabajo rudo del padre vareando.

Aquellos recuerdos de verano que me estremecen.

7/2/14

La España honrada

A pesar de los pesares, hay una gran parte de españoles honrados, curiosamente es a los que ahora les toca perder. Perder todo, incluso la esperanza.
Cada persona honrada tiene un nombre propio, podría haber sido cualquier nombre, muchas personas están pasando por el mismo camino que nuestros protagonistas.
Mi primera española honrada es María, 28 años, alegre y vitalista, genial y muy elegante. Indignada y solidaria participa en cualquier movimiento solidario al que pueda ayudar.
María ha pasado su vida estudiando, preparándose para gestionar su futuro desde una posición de responsabilidad, termino brillantemente su carrera de Bioquímica y con gran esfuerzo económico de sus padres, realizo un par de masters con prestigiosas universidades americanas.
María no disfruto mucho de su juventud, siempre tenia que estudiar y ella se dejaba las cejas en el empeño. De nada la sirvió, a la hora de encontrar un trabajo nada la ayudo su gran preparación. Tras dos años de infructuosa búsqueda, decidió emigrar a Alemania en busca de un trabajo con el que poder, si no realizar su sueño, al menos la daría para comprarse un vestido en las rebajas.


Hoy María lleva veinte meses en Colonia, con un trabajo que la ocupa seis horas de su día y la proporciona un poco mas de quinientos cincuenta euros, justo para pagar el alquiler y no morir de hambre.
Hoy María está convencida de que no era ella la que se tenia que haber marchado de España, sino los golfos que la animaron a estudiar sin parar y luego la negaron el acceso al mundo laboral.

Carlos es un universitario al uso, con trabajos paralelos a sus estudios se fue costeando la carrera.
Nunca llevo bien obedecer ordenes y decidió se su propio jefe.
Con los ahorros de su familia, consiguió sacar adelante un pequeño taller con el cual se ganaba la vida.
Se cerro el grifo de los créditos y las administraciones, ávidas de recaudar por todas las partes, comenzaron a hacerle la vida imposible de tal manera que debía de pasar mas tiempo en los bufetes de sus abogados que atendiendo su negocio.
Hoy Carlos esta pensando si colgar el cartel de cerrado en su negocio, o tirarse al monte y colgar a los mamones que amparados en un organismo oficial se han confabulado para joderle su sueño.

Anselmo tiene 67 años, su vida transcurría placidamente hasta que su hijo se quedo en el paro y al no poder hacer frente a los pagos de la hipoteca fue desahuciado y  acogido por su padre. Ahora viven cinco personas en un piso de ochenta metros cuadrados, con la paga , escasa, de Anselmo.
Anselmo no falta a una sola de las manifestaciones que se organizan en su ciudad , se siente engañado y timado por un gobierno que plegado a las exigencias de Merkel , ha puesto en manos de los empresarios los derechos de los trabajadores. Ahora debe trabajar mas horas para ganar menos dinero. No sabe como va a ser el mañana, si tan jodido como ahora o peor..


Alejandro lleva  prejubilado siete años,  su empresa se deslocalizó buscando salarios mas competitivos. Se quedo en la calle y gracias a que la multinacional era potente, consiguió una buena indemnización.
Decidió invertir el pequeño capital de su despido, para ir tirando. Resulta que el mamón de manolo, si el de la caja, el de toda la vida, se lo colocó sin su conocimiento en preferentes.
Ahora Alejandro lucha cada día por recuperar su dinero para seguir malviviendo. Pagando un recibo de la luz desmesurado, repagando las medicinas que diariamente consume y con el culo encogido ante las amenazas que diariamente sufre su pensión

Laura tiene 36 años, lleva tres años sin trabajo, sin prestación. Su vida es de una austeridad que emociona, ha aprendido a vivir con el mínimo imprescindible. No quiere sangrar a sus padres que harto hacen con darla alojamiento y comida.
Su animo no decae ni un momento y sigue buscando por todos los sitios una ocupación, de lo que sea, que la proporcione un poco de dinero.
Su sonrisa es un milagro y su padre cada vez que la mira a los ojos y se emociona con su sonrisa, le hierve la sangre y le entran unas enormes ganas de montar en el parlamento la de Puerto Urraco.
Esta España honrada, en la que yo me muevo cada día, nada tiene que ver con políticos imputados, estafadores de trajes caros y corbatas de seda, de miserables y tramposos que tras su paso por la política ocupan consejos de administración en pago a favores anteriores, de especuladores del dinero publico para beneficio de ellos o sus familiares, se serpientes que se esconden entre la hojarasca al grito de "esto es una democracia" para lanzarse contra ti e inyectarte el veneno de la miseria reivindicando su mayoría.