8/11/11

SAN JUAN DE GAZTELUGATXE


Aparece ante tu vista como un maravilloso regalo de la naturaleza. El mar bravío matizado en el horizonte por una espesa bruma que nos esconde quien sabe que misterios.
Costas caprichosas donde las olas rompen con impresionante estruendo coronando de espuma el paisaje, olas gobernadas solamente por el capricho de la naturaleza.
Islote de ensueño, horadado por arcos y túneles, que comunican el mar con la tierra donde Mari, diosa de gran belleza espera pacientemente a que Ortzi dios del trueno y las tormentas aplaque su cólera.
 
Vía crucis de 237 escalones que conducen hacia el cielo azul inmaculado, donde la mirada se estremece en la lejanía cuando la bruma nos lo permite.
¿Quién puede decir que tiene mejor momento?
Ya en el cielo, hacer sonar la campana  13 veces, garantía de fertilidad y  de que su metálico sonido ahuyentara los malos espíritus.

Quiero en este remanso y con esta sinfonía que compone el mar y el viento, varar mi barco y permanecer ligado a este paisaje hasta que la muerte me alcance.
Quiero sentir permanentemente el abrazo de este mundo que me embriaga, pasar al otro lado, al insondable lado que la niebla me niega, que el agua me esconde. Una y mil veces caminar por la intrincada escalera hasta la campana que me recuerda el despuntar de una nueva mañana, de una nueva visión de una nueva perspectiva de vida y de muerte.
Morir es perder estas sensaciones.

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