21/12/11

A SANTIAGO VOY


No sé por que motivo, me viene picando el gusanillo de repetir el camino de Santiago, esta vez con algún día mas de tiempo y por tanto con alguna etapa más.
A mí me entra la risa cuando pregunta a la gente el por que de hacer el camino, unos argumentan razones religiosas, otros culturales y otros puramente turísticas.
La mía, aun no la he oído a nadie.
La verdad es que Elena y yo nos habíamos planteado acudir al concierto que Arcade Fire, ofrecía en el Monte del Gozo, y decidimos que era un buen momento para hacerlo andando. Los planes se trastocaron y no había manera de salir para llegar a tiempo. No obstante y dado que ya estaba pensado lo haríamos igualmente
A mi me daba miedo, veía el entusiasmo de Elena y me invadía el temor de fallarla. Por otra parte me reconfortaba la idea de volver a Santiago, ahora como peregrino y pasear por sus viejas calles y sus innumerables plazas, Obradoiro, Inmaculada, Platerías.

Estación de Burgos
El día 4 de Septiembre de 2010, tras cinco horas en tren, llegamos a Monforte de Lemos donde cogemos un cercanías que en apenas media hora nos deja en Sarria, principal núcleo urbano entre Ponferrada y Compostela.
Está la tarde avanzando y los albergues están completos, no queda otro remedio que acudir al habilitado como albergue, polideportivo Municipal, donde por 3 euros, nos proporcionan una colchoneta y duchas con agua caliente.

Tras cenar un poco y comentar las incidencias del largo día, nos enfundamos en los sacos de dormir para disponemos a afrontar con energía la primera caminata.
Polideportivo dormitorio
El silencio de la gente es exquisito y puedo detectar el nerviosismo de Elena, duda si será capaz de soportar durante el camino el peso de su mochila. Yo estoy convencido de que si y que será ella la que tire de mí.
El día 5, aun no ha amanecido, son las 6,30 horas y nos disponemos a partir a Porto Marín, etapa de 23 kilómetros que discurre por la vega Sarriana llena de huertas.
Durante la marcha las carballeiras y castañares nos proporcionaran una agradable sombra cuando el sol comienza a calentar.
Guiados entre la oscuridad y la bruma de la mañana, por la luz tenue de una linterna, vamos buscando las flechas amarillas que jalonan el camino.
Con la luz del día disfrutamos del bello paisaje y caminamos acompañado de muchos peregrinos con los cuales compartimos conversación.
Al fin aparece al fondo Porto Marín, parece al alcance de la mano, pero es un espejismo, ya que hay que hacer un descenso vertiginoso hacia el rió que nos acaba de fundir las fuerzas.
Cruzamos el viaducto encima del rió Miño y ascendiendo por las empinadas escaleras a las 13 horas llegamos a Porto Marín, que nos recibe en fiestas.
Fiestas en Porto Marin

El día 6 a las 6,30 horas afrontamos la etapa siguiente, que si Dios quiere, dará con nosotros en Palas de Rei, un total de 25,5 Km nos esperan.
El  Miño nos había obligado ayer a realizar un largo descenso hasta Porto Marín y ahora era preciso abandonar su valle por una prolongada cuesta que nos lleva hasta la Sierra de Ligonde.
Los hórreos recortan su silueta en la noche. El Calixtino apunta que por los montes de esta sierra, pululaban las prostitutas para engatusar a los romeros.
Al amanecer nos hemos visto obligados a parar para ver el mas bello amanecer que recuerde nunca. Regalo del cielo que conservo en mi retina.
Rato de reposo

Justo a la entrada de Palas de Rei, ha comenzado a llover. El pesimismo me invade ya que mis maltratados pies se ven coronados con dos hermosas ampollas una de ellas en la planta del talón que me ha martirizado los últimos 8 Km
Gozamos la tarde visitando el pueblo para irnos a curar los pies y descansar ya que la etapa que nos espera mañana es una de las mas duras y largas.
Los difuntos a la vereda del Camino


El día 7 comenzamos la marcha hasta Arzua a las 6 de la mañana. Si bien las previsiones eran de lluvia, las estrellas brillaban intensamente, luz que nos acompañó hasta que el sol comenzó a hacer aparición.
Maravillosos bosques plagados de linternas de peregrinos como una procesión de luciérnagas.
El camino de esta etapa es una gloria, maravillosos y mágicos lugares que te invitan a sentir, ver y oler todo lo que te rodea, la visión increíble de este paisaje nos hace relajarnos y que los kilómetros se acumulen sin apenas enterarnos.
La dureza del Camino

Al llegar a Mélide, decidimos seguir jornada hasta Arzua y así ganar un día. Tomada la decisión proseguimos el camino y al salir de Mélide comienza a llover, echamos mano de los chubasqueros y tapamos las mochilas para evitar que nuestra ropa seca se humedezca. Llueve de manera increíble y nos acompañara hasta el final del día.
A pesar de todo la belleza del paisaje es extraordinaria.
Dado que la lluvia arrecia fuertemente, decidimos quedarnos en el albergue de Ribadixo, en el antiguo hospital de San Antón, relajante y mágico sitio donde descansar de la larga y dura jornada.
Aseo completo, colada y a disfrutar del rió, del paisaje y de la magia del lugar, mis pies siguen atormentados y me duelen. Envidio a Elena que tiene los pies inmaculados.
Paraiso Ribadixo
 
El día 8 nos depara una marcha de 20 Km. Desde Arzua a Pedrouzo. Es una etapa de locos, nos equivocamos varias veces por una deficiente señalización  y el cruce constante por las carreteras nacionales.
Al llegar a O Pedrouzo, muchos peregrinos nos hemos equivocado y hemos seguido camino para desandarlo posteriormente. En el pueblo no quedaba nada libre, ni posada ni pensión. Aparecemos en Santiso, en un coqueto hotelito donde lamerme las heridas a 20 Km. De Santiago. Con los pies reventados pero las ilusiones intactas, aunque algo maltrechas.
Mi martirio permanente

Mis pies no pueden mas, espero que el bajón que tengo en estos momentos se vea reconfortado por la ilusión que me transmite Elena, que la veo cansada pero con la ilusión firme.
Mañana si Dios quiere y puedo levantarme, llegaremos a Santiago donde pasaremos noche en un hotel que Nacho nos ha gestionado desde Burgos, nos han recomendado hacerlo así, ya que está todo ocupado prácticamente.
El motor de mi aventura

Hoy hubiera tirado la toalla y me hubiera tirado en la cuneta, hasta que un alma caritativa me hubiera llevado. No por falta de fuerzas pero mis pies maltrechos por las ampollas que me han ocasionado las botas, usadas desde hace muchos años y con mas kilómetros que las maletas de la Piquer.
Solamente la fuerza y la motivación de Elena me han hecho llegar hasta aquí.
Hemos descansado bien, aunque algo nerviosos. Abandonamos el hotel a las 5,30 de la mañana para afrontar los 20 Km que restan para llegar a Santiago.
Adios viejas botas

Dejo mis viejas botas junto a un mojón del camino de Santiago, donde acabaran sus días de andanzas.
La visibilidad es nula debido a una espesa y meona niebla que nos cala hasta los huesos.
Es tal la soledad que llevamos en el camino que nos da la impresión de habernos equivocado. Cruzamos los aledaños del aeropuerto de Lavacolla y las instalaciones de TVE Galicia, todo ha ido bien y me muero por dejar de someter mis pies a ese tormento.
En el monte del Gozo, el gozo en un pozo la niebla nos impide la visión de Santiago desde el monte. No obstante estamos entrando en Santiago y el ansia nos puede.
Estamos en la plaza del Obradoiro, cansados y yo maltrecho por mis pies que son una ampolla monumental. Son tantas las emociones que solamente podemos fundirnos en un abrazo.
al fin Santigago

Han sido unos días de autentica paz que debo agradecer a mi hija, ella me ha arrastrado a realizar esta locura maravillosa, animándome cada mañana a caminar, cuando había jurado el día anterior no hacerlo.
Mi Compostela y los múltiples sellos de mi credencial, son un recuerdo, solo eso. Pero la vivencias que guardo en mi alma configuran el mejor cuaderno de viaje.
Pensando en juntar unos días para volver de nuevo.
Se acabó la caminata






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