15/12/11

¿POR QUÉ MANDA EL CULO?


Cuenta una leyenda, muy, muy antigua que cuando Dios había creado la tierra, separando el agua de los continentes. Cuando había creado las plantas y los animales y había dado luz a todo para que se pudiera admirar, pensó que le faltaba precisamente eso, alguien que admirase su buen hacer.
En este punto decidió crear al hombre. Especie inteligente que pudiera disfrutar de las plantas y domesticar los animales. A su imagen y semejanza creó un cerebro, al cual protegió con una carcasa ósea suficientemente fuerte para resistir los golpes, ojos para admirar su obra y boca para alabarla.
Así hecho se sentó a descansar.
A los pocos minutos observó como aquel cerebro perfecto que hace unos minutos parecía inteligente, empezaba a ponerse mustio y lánguido. Dios en su infinita sabiduría se dio cuenta enseguida que debía dotarle de un corazón para bombear sangre que le mantuviera activo permanentemente.
En este momento ideo una carcasa para alojar el corazón, al cual protegió con las costillas, comprobó su obra y se sintió satisfecho.
A los pocos días, comprobó que el sistema perdía eficacia y cada vez funcionaba peor, rendía menos. Su natural inteligencia le hizo comprender que el motor necesitaba carburante, comida  para mantenerse siempre activo. Decidió que el mismo agujero que le había hecho para alabar su obra, sirviera también para suministrar alimento, paralelamente creó un estomago capaz de asimilar esa comida y un orificio para evacuar los restos.
Decidió igualmente, dotarle de manos para coger los alimentos y de pies para que se pudiera desplazar y no tener que estar constantemente llevándole comida.
Ahora si que estaba completo, había creado al hombre. Ahora podría descansar, ya tenia un ser que alabaría su obra eternamente.
Todos estos entes autónomos que funcionaban acompasadamente, se fueron dando cuenta que su creador, ya no estaba permanentemente encima de ellos, se fueron relajando y cada uno funcionaba a su libre albedrío. Aquello era un caos.

El cerebro decidió, convocar una asamblea para organizar aquel desastre.
Señores, dijo, yo como cerebro y control de este sistema, primer elemento creado por Dios, exijo que en este sistema que controlo, sea yo el que mande, yo puedo pensar, organizar y ordenar a los miembros que realicen las funciones que les corresponden.
El corazón, invadido por la ira grito: de eso nada, toda tu capacidad de razonar se va al carajo si yo no bombease sangre a tu cerebro, por tanto yo soy el que tiene que mandar.
Aquellos argumentos parecían sólidos y contundentes. Irrebatibles.
Pero las extremidades probaron suerte. Nosotros tenemos que mandar, ¿de que sirve que el cerebro piense porque el corazón le bombea sangre, si nosotros nos negamos a coger alimentos o caminar para buscarlos?.
Aquello parecía no tener solución, todos reclamaban su cota de poder.
De repente una voz muy grave que surge del fondo del cuerpo gritó: yo, yo soy el que tiene que mandar.
Todos miraron hacia abajo, buscando al autor de aquella imperativa frase. De pronto todos rieron al unísono, ¡ ja, ja, ja , El culo, quiere mandar el culo ¡.
Si yo soy el que tiene que mandar, ya lo veréis.
El culo se cerro en banda. Pasaban los días y el culo seguía cerrado. El cerebro se asfixiaba y languidecía, el corazón latía desacompasado y perdía ritmo, las extremidades flácidas se negaban a movimiento alguno. Aquello era un tormento.
Días después todo era inaguantable, aquello no funcionaba. Era un insufrible padecer.
Ya basta gritó el cerebro, de acuerdo, tu mandas, pero por favor ábrete y evacua toda esta porquería. Palabras que inmediatamente fueron aplaudidas y aceptadas por el resto del cuerpo.
Aceptadas sus condiciones, el culo se distendió, evacuando la porquería acumulada. Todo volvió a la normalidad y al funcionamiento coordinado.
Desde ese día en el cuerpo, en el mundo manda el culo.

Si te queda alguna duda de la veracidad de esta leyenda, mira a tu alrededor, dirigentes políticos, jefes, autoridades, analízalo a fondo y veras que efectivamente mandan con el culo, o como el culo

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