27/12/12

MANOLO EL DE LA BURRILLA

Algunos días siento la imperiosa necesidad de salir al monte con una mochila al hombro, calzarme las botas y perderme entre los cientos de maravillosos y  recónditos caminos de la geografía burgalesa.



Aparco el coche en un perdido bajo la sombra de un olmo monumental y me preparo a iniciar la marcha hacia el destino que me había planificado surcando la ribera del agreste rió. Al llegar al viejo puente de " las juntas" , me cruzo con un lugareño enjuto, arrugado y curtido por el sol. Llevaba del ramal un borriquillo que cargaba un impresionante ato de leña seca.
- Señor,por favor, ¿este es el camino que va al acebal?
Me miró fijamente y dibujando en su reseco rostro una sonrisa burlona, me responde:
- Caballero. los caminos no van a ninguna parte, los caminos llevan.

No pude evitar reírme como hacia mucho tiempo no lo hacia.



Charlamos durante un buen rato. Mi objetivo ya no era el acebal, sino en prolongar mi conversión con aquél amable señor.

Es una suerte, le dije, vivir en un lugar como este.
No crea, me respondió, en verano bien, esto se anima con forasteros y excursionistas, pero en invierno se pone jodido. Muchos días no se puede salir y yo en casa me aburro mucho. Leer no me gusta mucho, la tele se ve muy mal y la radio a penas la oigo porque ando un poco "teniente".Los chicos me dicen que no salga, pero ellos no entienden que en casa me "amustio", así que como viven en Burgos y no me ven me salgo al monte.

En verano es otra cosa, viene gente por aquí y aunque "estropician"  todo, hacen compañía.



Durante la conversación, movía las manos constantemente y de vez en cuando se ajustaba la raída boina que perecía tener pegada a la cabeza.

- Aquí donde me ve tengo 82 años a las espaldas y cada día, nieve o haga sol, camino con mi burrilla unos quince kilómetros por el monte, medido por el forestal. Me entretengo con cualquier cosa y espero que se retrase el día en que no pueda hacerlo.

Nos reímos juntos un buen rato y compartimos el almuerzo que llevaba en mi mochila y un buen pedazo de queso que llevaba en la alforja de la burrilla.
- Coma, coma que este queso es cojonudo para funcionar en la cama. Se reía complicemente, mostrando un par de diente en sus desgastadas encías.
- La Mari se me fue hace ya diez años y no crea usted, aun me da guerra la "herramienta";  se lo juro que es el queso.

No se si el queso funcionará como elixir afrodisiaco, pero puedo garantizar que solamente se podía definir con una palabra "cojonudo". Comí por su insistencia hasta que terminamos todo y echamos varios tragos de la bota. A pesar de sus negras y sucias manos todo estaba riquisimo.

La tarde caía lentamente y el sol se ocultaba tras las montañas, era el momento de despedirse. De mala gana y una profunda pena por terminar aquella conversación le tendí mi mano la cual cogió con fuerza y la agito violentamente.

Cuando vuelva por aquí y necesite algo, pregunte por mi.
¿Por quien pregunto?
-Por Manolo el de la burrilla, cualquiera le dará fe de mi.

Mucha gente paga por recibir lecciones con menos contenido que la que a mi me dio gratis Manolo el de la burrilla.



No hay comentarios:

Publicar un comentario