6/4/13

Pueblos que agonizan

           Existen carreteras que conducen al abandono, apenas sin arcén, ni marcas blancas, ni señales. Carreteras que conducen al olvido y a la marginación.
           Secularmente, Castilla ha estado poblada de estas carreteras que conducen a pueblos hermosos y bucólicos, pero casi abandonados, plagados de encanto pero dejados de la mano de Dios y con escasos supervivientes llenos de sabiduría.
            Sobreviven de añoranzas y recuerdos, al ritmo de la azada y la huerta, testigos de una clase de vida destinada irremisiblemente a morir con ellos, el relevo no existe, salió a las ciudades hace mucho tiempo con la esperanza de un futuro menos agresivo, mas dulce y generoso.
           La carretera, estrecha e infame se ve jalonada por tierras pardas y pedregosas. A la derecha dejamos la vieja estación de ferrocarril, abandonada pero aun en pie, pregonando un pasado mas expendido y como monumento para avergonzar a los gobernantes que decidieron cerrar la linea por falta de beneficios.


          El paisaje se entristece con los pueblos cerrados a cal y a canto, con ríos exanimes, ahora reventones y juguetones por las abundantes lluvias, choperas desnudas y lomas sombrías. Es tanta la tristeza que me embarga que me duele el alma. "Ancha es Castilla", ancha y triste, sola, desierta.
          No hay nada mas sobrecogedor que plantarte en la calle de un pueblo sumido en el silencio, ninguna chimenea pregona vida en los hogares, el ladrido lejano y cansino de un perro desganado y viejo y si acaso, el leve destello en una ventana de un visillo que se recoge, irreverente y curioso para descubrir quien es el osado que bastón en mano y mochila al hombro atraviesa el pueblo.
          La iglesia, cansada de tanto abandono, se ha rendido a la lluvias y las goteras y se desplomo su cúpula. Un cartel en su puerta anuncia que la misa se celebrará en el garaje de al lado de la fuente.
          Quiero pensar que no es muerte lo que respiro, sino sueño y letargo, pereza profunda de despertar y que en unos momentos, las calles se llenaran de muchachos alborotados y el cielo se inundara de humo y olor a leña quemada.


          Retumba el ruido de la fuente y de fondo algunos pajarillos.Allí me dirijo y compruebo su frescura y abundancia. Su generoso chorro vierte con fuerza a un pilón que rebosa por los lados e impregna sus paredes de un musgo verdoso .
          - A las buenas caballero.
          Me volví, casi asustado de escuchar una voz humana
          - Buenos días, me ha asustado usted
          Era un hombre anciano, corpulento, luego supe que tenia 90 años y aunque su rostro curtido por el sol y el viento le hacia parecer muy viejo, me desconcertó su agilidad y soltura. Mordisqueaba insistentemente una larga y verde paja, con la cual se hurgaba los dientes, de cuando en cuando.
          Enfundado en un mono verde y con unas enormes botas negras de goma que le llegaban hasta las rodillas; adelanto su mano y correspondí, dando paso a las presentaciones:
          - Pedro, me llamo Pedro.
          Dimos una vuelta al pueblo, me puso al corriente de todas las casas que fueron y ahora estaban derruidas, la iglesia, las bodegas, las gentes.Charlaba sin parar pero en sus palabras no había alegría, con una tristeza infinita.


          -  Esto no es vida, sabe usted.
         Seguía tratándome de usted, con esa distancia de quien recela de todo y sobre todo de la gente de la ciudad, de los trajes y las corbatas. Gente con mas fe en un apretón de manos y la palabra empeñada, que de un documento oficial.
          - Esto se quedo vació allá por los 60, antes era un pueblo con mucha vida, colegio y dos bailes grandes al año . Aquí nos quedamos Alipio y yo con los chicos, pero esto no tenia futuro y mande a los chicos a Burgos, allí se colocaron y se casaron. La chica está bien pero el Jesús ha tenido que volver al pueblo con la Andrea y los niños, se ha quedado sin trabajo y aquí con menos se tira.
          -Somos los únicos habitantes. Dentro de poco seremos menos, ya que los niños recibían clases en el pueblo de abajo, pero ahora lo quitan y lo llevan a Villarcayo, así que el Jesús esta mirando a mudarse, los críos no pueden quedarse sin escuela. Digo yo.
           Soledad, abandono y aislamiento, van minando cada día mas la resistencia de estos pueblos que se resisten a desaparecer, pero que inevitablemente lo harán con sus últimos moradores. Gestes con unas habilidades que no han podido transmitir a nadie, caza, pesca, recursos; todo se perderá.
    

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