19/5/12

Las traseras de Burgos

Burgos es una ciudad conocida fundamentalmente por su catedral, maravilla gótica que alumbra como faro de arte la meseta castellana; miles de personas la visitan y recorren las recoletas calles plagadas de historia y pasado.

Pero al margen de esto, existe, como en todas las ciudades una vida paralela, menos conocida pero no por ello menos bella. Son las traseras de las ciudades, los margenes de trigo y maleza, de descampados y arboledas.


Un domingo es un buen día para descubrirlo, la temperatura es buena para caminar. Si bien el cielo amenaza lluvia, es el momento ideal para nuestro paseo.

La antigua vía del ferrocarril, ahora convertida en pretencioso bulevar, nos sirve de ruta  de salida, camino de Lilaila, y Cortes.

La tormenta de la noche, nos hace llegar un embriagador olor a tierra húmeda y los árboles huelen mas intensamente. El verde monótono de los trigos, contrasta con la algarabía de colores de los barbechos que lucen vistosos amarillos de las jebenas, intensos rojos de las amapolas y toques de añil  de la flor del azulejo.

 Los renuevos de los árboles, castaños de indias, chopos, acacias, arces y pinos, pugnan por abrirse paso a la vida de la primavera.

Aquí no existe prima de riesgo, ni Esperanzas mandonas y el gobierno mentiroso se diluye entre los trinos de los carboneros y algún vacilón petirrojo que va cortando nuestro paso saltando de mata en mata. 

Los mirlos con su canto metálico y estridente reclaman a la pareja. Todo se envuelve en una sencilla magia, no por simple carente de espectacularidad.

Aromas de mostajo y retama, flores de escaramujo que embriagas con su empalagoso aroma. 

 Caracoles que se salvan de la cazuela.
         " Caracoles traigo, caracoles     
            vendo
            para mi la carne ,para
            ti los cuernos"
 
Paz en el corazón y disfrute de los sentidos, camino de la paz a Santa María de Miraflores.

          " Campana y oración son 
            armonía
            que un pájaro acompaña con 
            sus trinos"
 
Al sucumbir la mañana, cuando el camino deja de ser solitario y el murmullo de las cuadrillas de paseante, me distraen de mis meditaciones. Retorno por los caminos, quebrados y embarrados como el Cid en su destierro.
Mañana animicamente perfecta, físicamente agradable y economicamente barata.
¿Quien da mas?

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