26/7/13

Hay bares y bares

Me gusta pasear con la familia, fundamentalmente los fines de semana y tomarme un pincho regado con un vino, ribera del Duero, por supuesto.
No tengo prejuicios, pero si preferencias. Para mi este acto, casi sagrado ritual, es realizable en muy pocos bares de Burgos, que mira que les hay, pero que quieren que les diga, hay bares y bares.
Comprendo que la cabeza no esta concebida para determinados ejercicios de investigación, ya tenemos suficientes cosas con que llenarla como para darla nuevas ocupaciones en la disquisición de donde comernos un pincho o pasamos un rato de ocio.
De tantos bares donde poder cumplir con este ritual, yo tengo certificados dos o tres, cuatro a lo sumo. Me gusta que la cocina este a la vista, me gusta que el pan no tape el corazón del pincho, (curiosamente ,  en algunos sitios,  el pan aumenta a medida que disminuye la "tajada"). Me gustan los platos limpios y los cubiertos sin doblar. Me gusta que mi vino me lo sirvan en una copa apropiada y me enseñen la botella de la que me van a servir. Me gusta que me pregunten si me ha gustado.
Tal vez piensen que soy un pijotero, pero que quieren que les diga, estoy harto de bares de franquicia, donde se sirven los mismos pinchos aquí que en Badajoz, sin personalidad, eso si envueltos en una corrusco de pan recalentado que llena un montón, para eso me como un bocadillo de tortilla que es mucho mas contundente.
Como todo ritual, es un ejercicio de ofrenda, de rezo, de fiesta, es algo que no es vital, pero si necesario, caprichosamente necesario. Por ello me niego a hacerlo en determinados sitios donde los camareros te sueltan un "cagando leches" cuando pides la comanda, donde si un bocadito se cae te lo colocan sin inmutarse tras soplar la parte superior del pan, donde si te lo achicharra el microhondas y protestas por el "cagajón" que te han servido, te miran como a un apestado.
Gracias a Dios, aun quedan reductos donde se pueden tomar pinchos de diseño y tradicionales, donde el vino se sirve con respeto y la limpieza es una herramienta fundamental en el establecimiento.

11/7/13

Libros hermosos

No se si alguna vez habéis sentido la maravillosa sensación de haber tenido en vuestras manos uno de esos libros únicos, totalmente distinto a todo lo que habías visto antes, un hermoso ejemplar de manuscrito iluminado. Puedo 
aseguraros que transcurrido un largo tiempo en el que todo se detiene y la cabeza solamente tiene lugar para contemplar su belleza, su tacto y su olor, transcurrido ese periodo, es la certeza de que nunca podrás poseer nada igual, la que te inunda, devolviéndote a la realidad.


Estos hermosos libros que solamente podrás ver tras una vitrina perfectamente acondicionada y que su visión te conmovera mas que nada en el mundo.
Los manuscritos iluminados, esos ejemplares únicos que ejercen sobre nosotros una fascinación particular, libros que pertenecieron a reyes y que son únicos en el mundo. Libros perfectamente decorados con bellas miniaturas, de letras capitulares y hermosas orlas florales o de grotescas figuras estrambóticas.
El deleite de la vista se impone a su lectura, pero al fin eso es un libro, un transmisor de cultura, a traves de su hermosura.
Sumergirte en este mundo maravilloso, algo recóndita y de indudable interés, es un viaje en el tiempo, a las épocas en las que el tiempo no contaba, solamente el resultado final del trabajo.
Papiros, pergaminos, copistas, iluminadores.
 Palabras lejanas y atractivas que evocan un trabajo único y altamente elaborado para deleite de privilegiados.
Comencé a sentir una tremenda curiosidad por este tipo de libros, después de ver "el nombre de la rosa", me sedujo el personaje de Sean Connery  interpretando al franciscano  Guillermo de Baskerville en la abadía repleta de libros, copistas e iluminadores que protegen a salvo de los inquisidores libros prohibidos.


El scriptorium era compartido con la celda, donde los monjes vivían dedicados al estudio de la palabra de Dios y a difundir el mensaje de Cristo a través de hermosos evangelios. salterios, breviarios, sacramentarios, libros de horas y misales, indiscutiblemente, el cristianismo fue la religión del libro. Mas tarde muchos de estos libros seran quemados en nombre del mismo Dios,
Seguiré recorriendo los únicos lugares a los que puedo acceder, museos y bibliotecas, donde continuare  admirando sus encantos y enamorándome de ello
s, seguiré envidiando no poder poseer uno, pero sobre todo, seguiré soñando en aquellos maravillosos lugares, con aquellos extraordinarios monjes, que fueron capaces de instruir y divulgar su mensaje por medio de maravillosas obras de arte con una pericia y paciencia envidiables.